La definición de "light" debería implicar una reducción del 30% de las calorías, y el "diet", una reducción del 50%, pero muchas veces hay confusión porque esto no se respeta y se usan otras acepciones.
A veces se usan esos términos cuando el producto se adapta a una alimentación específica, como podría ser la celiaquía o dietas libres de sodio, en cuya elaboración no se utiliza gluten o sodio, pero esto no genera un cambio en el contenido calórico.
También se ve que hay productos que dicen "light" porque tienen un sabor más suave. Eso ocurre, por ejemplo, en lácteos, sopas, o galletitas, donde es más común. La sal, por ejemplo, no tiene calorías, pero cuando dice "light" significa que está reducida en sodio.
Una solución para los consumidores podría ser la de fijarse el valor calórico del producto en la tablita nutricional que figura en la parte de atrás del envoltorio, pero eso es complicado porque no cualquiera lo puede interpretar.
Muchas veces la gente compra productos light pensando que va a adelgazar y en realidad está ingiriendo las mismas calorías.
En el caso de las gaseosas, los productos "zero", "light" o "free" no tiene casi nada de calorías, aunque en realidad la única bebida sin calorías es el agua.
Lo que yo recomendaría es no abocarse tanto en un producto light o diet si no es necesario para la salud, como ocurre, por ejemplo, en el caso de personas diabéticas. Una alimentación equilibrada, con porciones reguladas y sin privarse de nada, es mejor que un producto específico para adelgazar.
Hay que ocuparse del tamaño de las porciones, y buscar algo rico y variado.
Fuente: .infonews.com
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